Sábado 26 de septiembre de 2009.
La reminiscencia de los tiempos que otros vivieron
pareciese se hicieran evidentes en ciertos días. Es común aunque poco
frecuente, que en las mañanas de los sábados o domingos, esos tiempos pasados
regresen y se presenten ante mis sentidos, que rememorando lo que ya paso, me
permite evocar a los que ya se fueron, como si ellos estuviesen a mi lado.
La luz entrando suavemente por la ventana que mira al
Este. El clima agradable, ni frío ni caliente, el ambiente ligero, la cocina de
mi hogar, que fue hogar de mis abuelos y todos sus hijos y que luego fue hogar
de mis padres.
Ese sitio en especial, la cocina, me permite evocar
esos tiempos. Siento como mis sentidos perciben olores ya idos, miradas
perdidas, frases suaves mencionadas como consejo de aquella viejita que tanto
quise. Quizás, quien sabe, ella esté a mi lado, viendo como escribo, tratando
de traducir lo que ya he sentido, ese “tiempo perdido que regresa esperando que
veas algo”.
Las cosas presentes carecen de valor. Solo el momento
es importante.
La fuerza de la luz que penetra por la ventana del
Este, matiza el ambiente, dándole un aspecto casi espectral, entendiendo como espectral
la capacidad que tengamos de ponernos en contacto con otros “espacios en otros
tiempos”. El ambiente se torna difuso y los sentidos se estremecen, sintiendo
aquello que ya no está, como si estuviese.
Es como un viaje al pasado, sin dejar el presente. Es
como tocar la esencia de lo vivido, sabiendo que quienes se han ido, no lo han
hecho.
Ese momento, que ya he vivido en otros tiempos, me ata
a este sitio, a esta casa, a este lugar que por terquedad, necedad y necesidad
me he convencido en llamar hogar.
Otros lo hubiesen abandonado, dejando que todo lo que
en el sigue estando se pierda en el tiempo con el olvido. Yo no puedo
permitirlo. Esa esencia que flota en el ambiente de mi hogar, hoy se complementa
con el alma de mi hijo, que decidió partir estando en la casa de su padre, a la
casa de Nuestro Padre.
Hoy, Benjamín posiblemente esté conversando con Mima y
con Pachú, y Mima le contará del niño que fui, del joven que fui y que no vivió
y del hombre que soy.
Que Dios nos Bendiga a Todos.
Lo terminé de escribir en Trujillo, siendo las 00:14
de un sábado 2 de enero de 2010.
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