lunes, 7 de enero de 2013


Dedicado a mi hijo Benjamín, el que no pudo ver la luz del sol, por salir persiguiendo la Luz de Dios.

27 de diciembre de 2012.



Ángel, Alejandro y Benjamín corren por las inmediaciones del cielo, como llama el mismo padre a las adyacencias del Páramo el Águila, en el Estado Mérida. Hay sol, pero en el Páramo el sol pica pero no molesta. Además, acostumbrados los tres al sol de Maracaibo, el del Páramo es una caricia.

Las carreras cortas y cargadas de cansancio por la falta de oxigeno hacen que hasta las risas se corten. Luego de un largo rato corriendo y riendo, el padre y los dos hijos varones bajan caminando, sudando y rojos como un tomate, por las laderas aplanadas por el tiempo en el Cielo. Yacque y Verónica están viendo en la tienda de souvenir a ver si compran algún suéter o bufanda, pues a Papá le dio por pasar una semana completa por aquellos Lares llenos de paz y tranquilidad.

El clima es agradablemente frío, y dada la hora, la permanencia es tolerable incluso para el pequeño Benjamín, que cercano a cumplir los dos años aguanta muy bien las bajas temperaturas. Por si acaso, todos están bien cubiertos, los dos niños y el papá.

La tierra es húmeda, con vegetación de tundra. Todo al derredor son frailejones, que están hermosamente floreados. El musgo cubre del frío con su suave presencia a algunas viejas rocas, que ven pasar el tiempo con la tranquilidad de quien ha sido testigo mudo de la historia de los hombres.



Se respira paz por donde caminen. El silencio es momentáneamente interrumpido por el transitar de uno que otro vehículo. Solo los tres varones caminan por los derredores. De hecho, solo dos de los varones caminan, el tercero, el pequeño Benjamín, va en los brazos de su hermano Alejandro, quien con una sonrisa le dice algunas de las cosas que se les dicen a los bebés.



Buscaron alojamiento en un sitio frío, muy frío, cercano al páramo, unas cabañas rústicamente construidas ubicadas a quince minutos de ahí. El precio era bueno y el sitio hermoso. Lo consiguieron mientras paseaban. A Ángel los paseos programados le parecen fastidiosos. Así que se montaron en los dos carros y emprendieron el viaje con espíritu de aventura, con la mala cara de tres de las damas presentes… Las tres mamás.



Como Benjamín está pequeñito, Yacque y Ángel temen por que el frío de la noche le afecte mucho, así que las chicas se entretienen en la tienda, buscando algo con que poder soportar la inclemencia del clima que vendrá, pues papá y mamá saben que la calefacción eléctrica y la chimenea, para estos viajantes marabinos tiene un alcance limitado.
Papá toma y carga en brazos a Benjamín en la mitad del trayecto. Se llevó a sus hijos lejos de la carretera y del local donde se estacionaron, para que ellos pudiesen compartir con el un momento de paz y ver esa extraña sonrisa que solo eventualmente pueden disfrutar en su rostro. Su retorno a la tienda fue pausado y con cortas escalas en una que otra piedra. Alejo, ya grande sonríe mientras camina al lado de su padre. A los lejos se ven estacionados los carros de la familia, y en las afueras de “la taquilla del cielo”, la tienda donde llegaron, se ve a Verónica y a Yacque revisando los suéteres, bufandas y chaquetas.

El corazoncito de Benjamín late acelerado. Papá les dice a ambos que se relejen, y mientras observa a lo lejos a dos de sus amores, toma asiento en la tierra húmeda del páramo merideño. Cuando Ángel siente que las energías de los tres regresan a sus causes, toma pie y camino. Yacque los observa de reojo con una sonrisa que deja colar entre sus hermosos labios. Vero se mantiene distraída con el suéter que ella quiere comprar.

-          Mami, me puedo llevar este.
-          Si mi vida, claro que si. Pero antes, pruébatelo y cerciórate que es el que más te gusta, no vaya a ser que luego te arrepientas y no quieras volvértelo a poner – le dice Yacque a Vero con tono serio, pues el dinero no es bien para derrochar.

En la “taquilla del cielo”, un local que queda como a veinte minutos del páramo del Águila, viniendo desde Valera, hay un local de venta de souvenir e indumentaria para el clima frío, y al lado un pequeño restaurante, en el que la comida siempre le ha parecido deliciosa a Ángel.

En ese local, los cuatro abuelos sentados disfrutan de una conversación amena y un rico chocolate caliente… Sobre todo a las dos abuelas les hacia falta, pues ambas son friolentas. Los cuatro conversan sobre los tiempos difíciles pasados, sobre la necesidad de Ángel de ir hasta allá con frecuencia, y la forma como la cosa se fue solucionando, muy a pesar de las dificultades y traspiés.

Es el primer viaje que emprende los cuatro abuelos juntos. En otras oportunidades Ángel había viajado con sus padres y en una oportunidad precedente con sus suegros. Para ese viaje, alquilaron un pequeño bus, con chofer, y fue toda la familia de Yacque. El viaje fue de cuatro días. Cuatro días de viaje, con un extraño manejando (cosa que a Ángel no le agrada mucho), y con toda la familia disfrutando.



El café de Ángel reposaba sobre la mesa. Su mamá se lo solicitó cuando lo vio venir bajando desde la ladera de la montaña. El reposado papá ingresó al restauran con una sonrisa en su rostro. Sus dos hijos varones lo antecedieron en el ingreso. Ambos entraron gritando y riendo en el establecimiento.

-          Donde está mi café – preguntó Alejo.
-          Onde está mi caf – preguntó Benjamín, imitando a su hermano mayor.
-          Café, nada de eso – dijo seria su abuela materna.
-          Aquí tienen su chocolatito – les dijo su abuela paterna – El de Benjamín ya está frío (y previamente mezclado con algo de agua hervida).

Los tres tomaron asiento. Ángel tomó su café, disfruto del aroma, y de la hermosa vista que se dejaba ver en los alrededores, cuando en eso sintió la voz de Yacque.

-          Será que puedes venir a ayudarme con los suéteres y bufandas.
-          Ya voy mi vida. No te apresures, que aquí el tiempo pasa diferente.
-          Tómate tu café y vente - y luego de algunos escasos segundos - y te traes a los niños.

Las mamás, entendiendo que Ángel prefería disfrutar un poco más del reposo, le dijeron en conjunto, con una mirada cómplice que no se preocupara, que ellas iban.



Conversaron sobre lo bello del sitio, sobre el frío, sobre las nubes, y lo limpio de cielo, sobre el aire puro, sobre la estructura de la tienda, sobre lo bien surtido que se encontraba el sitio, sobre la excelente atención, sobre lo bien que respondieron los carros. En ningún momento nadie quiso tocar el tema político. Ángel tendía a perder su sonrisa con solo pensar en ello.

La situación ameritaba un brindis, así que el Suegro fue y pidió en la “barra” dos calentaditos, un café y un chocolate, todos pequeños.

-          Por los tiempos que han de venir – comentó con una sonrisa el suegro, luego de amablemente servir las bebidas.
-          Por los tiempos que han de venir – brindaron Alejo y Alejandro, el papá de Ángel.
-          Por la Patria – como siempre brindo Ángel.

Los otros tres lo miraron y dijeron en coro.

-          Por la Patria.

Todos subieron sus tazas y con solemnidad tomaron un trago.

Ángel, sin quererlo dejó filtrar una mirada de tristeza, y sin dar mucho tiempo y peso a ello, dejó reposando su café, que estaba muy caliente.

-          Voy a ver que hacen las “chicas”, a ver si le consiguieron algo a Benjamín.
-          Vaya – le dijo con cara apesadumbrada Alfonso, el Papá de Yacque – y mirando a los dos Alejandros hizo un mohín de resignación.

En la tienda, las damas habían sacado cualquier cantidad de cosas. Al visitante que venía ingresando le llamó la atención un suéter tejido, de color negro y azul, a cuadres medianos. Era sobrio y se veía bien hecho. Se acerco, y lo toco. Sintió la textura suave y gruesa del tejido. Le agrado. Miró el precio y le pareció ajustado. Lo bajo, y cuando lo hizo, Benjamín le dijo:

-          Gusta papi, gusta mi tabie.

20 de Noviembre de 2009 (viernes).



Yacque llora afligida por la reciente perdida, mientras su rostro compungido y lleno de lagrimas se apoya en el hombro de Ángel, que trata con palabras de regalar consuelo ante el dolor que los carcome por dentro.

Ambos lloran, ella lo deja ver. El llora por dentro. Es una característica de ambos. Ella deja ver sus sentimientos, los expresa abiertamente, el los guarda y de ser necesario los transforma en otra cosa.

El tiempo transcurrido carece de importancia. El trata de regalarle consuelo, sin tenerlo, y ella solo deja aflorar un poco de su tristeza.

Ángel, toma la vieja casetera y extrae un ejemplar de “Hootie and de Blowfish”, en el que una de las canciones se llama “Let her crie”. Luego de escuchar las canciones precedentes, él, que se sabe la secuencia melódica de memoria le dice, mirándola a los ojos:

-          Te dedico esta canción…  déjala llorar.

Y tarareando la misma, la abrazó con mucho amor.

-          ¿Por qué?, ¿por qué nos tuvo que pasar esto?, ¿por qué a nosotros?, ¿por qué mi bebé?.
-          Negra, el luchó por venir, pero prefirió no llegar. Se quedó allá con Dios cuidando a su papi y a su mami – que bastante lo necesitan (sobre todo yo), pensó Ángel.

Y con la mención de la frase “prefirió no llegar”, ella dio rienda suelta a su dolor, dejando que sollozos y lagrimas corrieran en libertar, con el inmenso dolor que la agobiaba.



Meses antes, luego de complicaciones, ella perdió al bebé que estaban esperando. Yacque afirmaba que era niña, “que ella así lo sentía”. Ángel afirmaba que era varón. El nombre, en caso de ser varón, que ambos acordaron para su tercer hijo era “Benjamín”.



El viejo cassette terminó de reproducirse en el también viejo reproductor, y ella seguía llorando. El la abrazaba y la besaba con suavidad, diciendo palabras de consuelo a su oído, con  ternura.

Un rato no muy largo, en ese tiempo sin tiempo que vivimos cuando sufrimos, ella terminó por calmarse, y él, con sus ojos bañados en lágrimas la miro. Su sufrimiento hizo que sus ojos comenzaran a llorar, pero su tono de voz no se quebró, y sus abrazos no cedieron. Ella sufría por la perdida que ambos tuvieron. Ella lo llevó en su vientre por dieciocho semanas.



Él supo que la había dejado embarazada de un nuevo hijo en el mismo momento que lo sembró en su vientre. Sin dogmas de fe por lo cuales inmolarse, y sin hacer de la fe un asunto fanático-religioso, ambos comparten la creencia que cada vida es una Bendición. No importa las condiciones que rodeen a la pareja, Dios permite que una vida ilumine un hogar, en el momento que Él lo considera oportuno, así que siendo una decisión Divina, la misma solo puede considerarse como tal, una Bendición. Allá los que tristemente lo consideren solo una vulgar decisión humana.

8 de Agosto de 2009 (sábado).



A la hora acordada llegaron Ángel y Yacque a la Iglesia la Consolación, para atender el compromiso acordado, una procesión del Altísimo desde ese templo hasta el Monumento a la Virgen de Chiquinquirá. El evento surgió como propuesta de un grupo de damas relacionadas a la ONG a la que pertenecen, a las que decidieron apoyar.

Al llegar, ambos se bajaron del carrito algo preocupados. No tenían para pagar un taxi y muy a pesar de la lluvia, llegaron a la iglesia con un pequeño atraso, a las 16:04 (con cuatro minutos de atraso). Se dirigieron al interior del templo, pues a pesar de no haber nadie en su derredor, en su interior rebosaba de vida y oraciones.

Las damas, dos en específico, hicieron un excelente trabajo de convocatoria, de coordinación y logística, así que cuando llegaron los dos activistas, su labor solo se redujo a “colaborar en el engrane de las cosas“ para que se dieran como era. Así lo hicieron.

Yacque se quedó dentro del templo, terminando de rezar el Santo Rosario, e imaginando que la gente pasase y continuase al no ver a nadie, Ángel se paró frente a la iglesia, en un sitio donde podía ser visto desde cualquier punto. Y así comenzó a ver llegar a más gente, muchos de los cuales decidieron quedarse afuera.

Enciendo una grabadora de bolsillo digital e hizo paneo completo de los alrededores del sitio, percatándose que a 100 metros de la Iglesia en sentido hacia el centro, estaba estacionado un Toyota Machito, como los que usan los servicios de inteligencia… Blanco, con vidrios negros. El mismo quedó grabado en el video.

Algunos viejos amigos y compañeros de lucha comenzaron a llegar, el famoso goteo… Un apretón de mano, algunas frases, algunas palabras, y de ahí buscando a otro, buscando que hacer, buscando como apoyar.

Las damas que organizaron el evento también se acercaron. Mostraban preocupación como todos, pues uno nunca sabe como van a sucederse las cosas; hasta el momento todo bien. Preguntaron por el sonido, cuya coordinación era responsabilidad de Angel, y este tomó el teléfono y marcó el número de Richard, el responsable del alquiler del sonido:

-          Epa Richard, que pasó, por donde venís.
-          Estoy cerca Ángel, no te preocupéis.

Algunos minutos luego, se estacionó con su camioneta. Los saludos de costumbre y la pregunta de rigor…

-          Me trajiste la plata, vos sabéis que la vaina esta jodida – le dice Richard con tono cargado de preocupación.

Uno de los amigos de Ángel, que era responsable de ese menester bromea con él… luego se produce la ritual cancelación de los servicios. Después viene la coordinación… Como vamos a hacer, quien va en la camioneta, quien habla.

La gente comienza a salir de la Iglesia, luego de haber participado en el Santo Rosario. Luego de la gente, viene la imagen del altísimo, montado en un pedestal transportado por Servidores de María. Los jóvenes salen lentamente, meciendo a la imagen, se acomodan y comenzamos a caminar.

Como en toda procesión, se requiere que alguien ayude con el control de la vialidad, y sin que nadie lo pida en específico, se montan el ello Pietro, Ángel y algunos asistentes.

Salen corriendo en avanzada, bloqueando las vías, bloqueando las calles, con suficiente tiempo como para preservar una holgura para los que marchan adelantados. Cuadra por cuadra fueron bloqueando las calles… Corriendo de una esquina a otra, atravesándose en media calle, y ya cuando la procesión se acercaba, salían corriendo hasta la siguiente esquina.

El apoyo de la Policía Regional llegó un poco tarde, pero llegó, y comienzan a colaborar tímidamente. Pietro y Ángel van adelante y la policía atrás… Cuando ya habían recorrido algo así como 2 kilómetros, los policías asumieron un rol protagónico, adelantándose a los ya algo cansados “voluntarios”. Ubicaban las unidades radio patrulleras en los accesos viales, cerrándolos, y luego se apeaban de las mismas, para colaborar en la dirección del tráfico. Eso permitió que los “fiscales de transito voluntarios” se desplazaran sin necesidad de correr de esquina a esquina.

Terminado el recorrido sin ningún inconveniente, a pesar de lo largo, acompañado de policías, paramédicos y un montón de feligreses, entre los que había personas mayores que caminaron todo el trayecto, la procesión llega a la plaza donde se encuentra el Monumento a la Virgen de Chiquinquirá, frente a la Basílica homónima.

Es importante mencionar que Yacque, una bella morena de baja estatura y pelo negro, de curvas prenunciadas, estaba embarazada y que a pesar de ello, a pesar que no tenía mucho ánimo de caminar, acompaño al comprometido activista político, a un evento de índole religioso, cosa que deja en evidencia su tolerancia y amplitud de criterio.



Ángel dejó de lado su devoción Cristiana poco después de haber ingresado a su adolescencia. Desde los quince años es un individuo poco asiduo a asistir a misa. Salvo por algunos casos que ameritaron un “toque” a la que considera su Iglesia todavía, es uno de esos católicos que buscan predicar con el ejemplo, si participar en el templo.

Yacque es devota de la Virgen María, Ángel no.



Durante el trayecto, Yacque caminó detrás de su esposo (ella no corrió). Victoria, una compañera de Lucha y amiga, sabiendo de su “situación”, procuró que no hiciese el trayecto completo a pie, así que en medio recorrido, la montó en una camioneta, en la que permaneció buena parte del trayecto

Ya muchos sabían del embarazo de Yacque, al que la mayoría calificaron como lo que era, una Bendición, como cada vida engendrada en este planeta.

La situación económica de la pareja Angel-Yacque no era nada buena, pero ambos recordaban que la última vez que pasaron por una situación así de fuerte, Dios les regaló, por intermedio de ambos una, bella niña, que creció estando ambos en la calle, durante los preparativos del revocatorio presidencial del 2004. De hecho, ella nació 18 días antes del dichoso revocatorio.



Dios y la Virgen le regalaron a los devotos un trayecto sin Sol y encapotado en el que un pequeño roció vino a refrescar el camino, luego de un caliente y agotador día.



La marcha llega al Monumento a la Chinita, y Angel se quedo en la parte de atrás, viendo en que podía apoyar. Luego de un corto espacio de tiempo, se percata que las organizadoras se habían lucido, y que lo mejor que podía hacer era sentarse al lado de su negrita, quien si se había preocupado por buscar una buen sitio. Con su “notable” sensibilidad, se puso a fastidiarla, burlándose de su cansancio… “no puede ser, te cansó ese trayectico”; Al otro día, mi arrogancia cobró tributo, pues la musculatura de Angel no acostumbrada a esos trotes “paso factura”. Caminar cinco pasos era un martirio. Todos los músculos de las piernas le dolían. Hasta los dedos le dolían.

Saco de su koala una cámara de video digital, y comienzo a grabar a su alrededor en segmentos cortos, con algunos comentarios.

La misa dio comienzo, y Angel con la cámara en mano, siguió grabando. La misa fue dada por el Padre Palmar y fue muy bonita. Hizo referencia al muro de Jericó, aquel pasaje bíblico en el que los israelitas tumban los muros de Jericó con solo el tronar de las trompetas. El Padre insistí en algunos eventos que se deberán suceder al finalizar el periodo de 40 días. Insiste en la fecha de mediados de septiembre. Para todos los presentes, la fecha no es nada casual o descabellada. Para esos días se estima el inicio de clases, y ante la amenaza de aprobación de la nueva ley orgánica de educación, la posibilidad de inconvenientes o problemas son potencialmente reales.

Al terminar la misa, cada quien busca como retirarse. Las arcas de la pareja de voluntarios estaba en cero, así que el “necio de Angel”, le dice a su esposa que busquen  un cajero… en pleno centro de la ciudad de Maracaibo, siendo más de las 7:00 PM y un sábado. Gracias a Dios, que nunca los abandona, Pietro todavía estaba por ahí, y como pudimos nos acomodamos como 10 personas en su camioneta, que estuvo más de una hora repartiendo gente.

Para colmo, en medio del cierre del evento, algunas cosas de las organizadoras se quedaron en la camioneta del sonido, lo que obligó a extender un poco la jornada, pues fue necesario que Pietro y Ángel, en compañía de Yacque se movieran hasta la residencia de Richard, a buscar lo que se había quedado. Luego de eso, Pietro dejó a Yacque y a Ángel en casa de la mamá de ella.

26 de Noviembre de 2009.



Suena el despertador a la hora indicada, 05:45, y él se despierta de mal humor. Al escuchar el sonido de la emisora radial, 97.1, lo primero que dice es “ya comenzó el hijo de puta día”. Yacque que está a su lado y yace en la cama despierta, le responde.

-          No te has levantado y ya estás maldiciendo, como nos puede ir bien de esa manera.

Molesto, pues no tiene ánimo de levantarse ni razones que el piense en el momento para hacerlo, ignora el comentario de su esposa y se da vueltas en la cama, no sin antes golpear suavemente el botón del despertador que le dará 10 minutos de descanso adicionales. Ella se despega de la cama y comienza su rutina diaria; levantar a los niños, plancharles el uniforme, prepararles el desayuno, en fin, prepararlos para el colegio.

A las 06:32 él se levanta. Verónica sigue dormida y Alejandro está metido en el baño, seguramente durmiendo. Escucha cuando ella le dice que levante a la niña (ella escucho sus pasos al levantase). El se acerca a la cama y tiernamente la intenta despertar, cosa que no funciona. Sabiendo del mal humor de su hija cuando la despiertan temprano, y entendiendo que su humor, como ya se ha vuelto frecuente, no es el mejor, desiste en el intento y baja a asearse.

El aire acondicionado integral durmió encendido, pues la hermana de Yacque, Daniela, que vive con ellos estuvo haciendo algunos trabajos, y para que pudiera soportar la labor, quedó prendido, a pesar que últimamente se está congelando de noche.

Abre la puerta principal de la casa y se dirige a la cajera, donde apaga el congelado acondicionador de aire.

Como todos los días, se sienta en el baño y descansa algunos minutos, esperando que las energías lo impregnen. A eso de las 06:57, ya tarde, sale del baño aseado y vestido en traje de trabajo. Se molesta aún más al ver que ninguno de sus hijos estaba listo. Se va a la sala y se sienta en el sofá a esperar por los dos niños. Ella le dice que los niños no tienen juguito para el desayuno, el le responde en tono cargado de molestia:

-          … que tomen agua.
-          No me parece justo – fue la respuesta de la mamá preocupada.
-          La próxima que se alisten temprano – respondió él parcamente, sin mirarla.

A eso de las 07:15 salieron caminando. Tarde como casi siempre. El le entregó la maleta y la lonchera de Verónica a Alejandro, y los dejó caminar la última cuadra solos, bajo su inspección. Considerando que tiene como seis meses que no paga el colegio, ya le da pena hasta acercarse.

Regresa a la casa de manera pausada. Entra, pasa a la cocina y se prepara un batido de vainilla Herbalife, su desayuno desde hace por lo menos dos meses. Se prepara otro café y se acuerda de la comida de los pájaros. Toma una rebanada de pan y la hace migajas. Se percata que la galleta triturada que les sirvió ayer está intacta. Entra a la casa y se toma su batido, y luego disfruta de su segundo café. El primero se lo sirvió su esposa al bajar del cuarto.

A las ocho en punto, luego que Yacque conversará con su mamá, llama al suegro y le dice que no va a llegar temprano, pues tiene que ir al centro a presentarse en los tribunales. Una rutina desgastante a la que se ha visto obligado desde hace ya casi cuatro años.

Da algunas vueltas por la cocina, incomodo y molesto por la obligación que tiene pendiente, mientras ve transcurrir el tiempo. Sube y se sienta en la computadora a leer los correos, que tiene algunos días que no lee, pues con la rutina desde hace tres semanas, y la apatía colectiva generalizada, leer los correos se ha vuelto una tarea sofocante. Revisa por encimita los mismos y a eso de las 08:50 baja. Yacque le cuestiona por lo tarde, por la hora. El le replica con mal tono que tiene que ir al centro. Arregla las cosas dentro del bolso, mete una toalla de baño y sale de la casa. Se despide con amargura mal contenida.

Al salir espera poco y se monta en un carrito de la Limpia, pirata. Llega a eso de las 09:10 a los tribunales. La cola es medio larga, pero camina. Cumple con el amargo requerimiento y sale caminando de los malditos tribunales, en vía a la parada de los carritos de Bella Vista. Ahí la cola es medio larga también, pero camina rápido.

A las 10:03 llega al taller de su suegro. Toca la puerta y lo saluda. Es el mismo suegro quien le abre. Comenta algunas cosas y le pregunta que qué es lo que necesita qua haga.

Ya van tres semanas en las que él está ayudando a su suegro en el taller, y su suegro ayudándolo a él. No tenía trabajo y el suegro se había quedado sin ayudantes. Ahora son tres ayudantes con los que cuenta. Su sobrino, que semanas atrás lo había dejado por ir a hacer las veces de conserje. Se obstinó de los abusos de los inquilinos del edificio donde estaba trabajando, quienes consideran que el conserje es un utility que debe saber y hacer de todo por el mismo mísero sueldo. Sencillo, les dejó el pelero.

El abuelo, que se encontraba fuera de combate por algunos asuntos que no vienen al caso, se había reincorporó con limitaciones visuales y achaques por la edad.



El día transcurrió con normalidad. Hacia mucho calor. El sol, inclemente hacia insoportable el caminar por las calles e intolerable la permanencia en vehículos sin acondicionador de aire.

Terminó de arreglar una silla que había que reparar, lijó algunos listones de madera cortados para marcos de puertas y ayudó con el armado y preparación de algunos muebles.

A eso de las 17:00 recibe en el taller una llamada de su esposa. Considerando que ambos estaban molestos, no habían hablado desde que salio de su hogar. Ella le pregunta que a qué hora piensa llegar, pues tiene estimado ir con una prima al velorio de un familiar de crianza.

-          Debo llegar a eso de las 7:00 (PM).
-          Okey, a esa hora me sirve. La prima me dijo que venía por mí después de esa hora.

Trancaron y el terminó de atender algunas labores menores en el taller. Siendo las 17:45, su suegro y jefe, conciente que su hija iba a asistir al velorio, le dijo que se alistara para que no llegara tarde, y así ella pudiese cumplir con el compromiso familiar. Después de todo, el fallecido era conocido de ellos desde hace mucho tiempo, y su muerte fue muy inesperada, como casi todas las muertes.



Sale del taller ligeramente aseado. Toma carrito de Bella Vista, pirata y se baja en la esquina de 5 de Julio, con la suerte que el autobús de esa ruta estaba a una cuadra. Se monta en el mismo, que ya estaba casi lleno, y para facilitar su salida, se ubica en el fondo del mismo.

Como es común en los países tercermundistas, el autobús va excedido en su capacidad. La gente se agolpa en su interior, acomodándose como sardinas. Sin embargo, Ángel se ubicó en un sitio en el que le fue medianamente cómodo el trayecto. Lo difícil iba a ser salir, como en realidad lo fue.

Se sintió ofendido, humillado, mientras se bajaba del autobús. La gente se amontonaba en la salida trasera, haciendo casi imposible salir. Caminó entre la gente, tropezó sin querer el pecho de una dama joven, se excuso. Tuvo que pasar incómodamente en medio de varias personas, en un espacio en donde el contacto personal se hacía casi íntimo. Se bajó reprimiendo su molestia y la humillación que sentía al tenerse que trasladar como animal en un colectivo. Sería tan fácil como que el chofer, al determinar que el colectivo estaba lleno, evitara detenerse a recoger pasajeros. Pero no, estos animales solo asumen que no pueden meter más pasajeros, cuando el espacio físico de la unidad no se los permite. Eso siempre le ha parecido denigrante. La carencia de sentido común, que parte del conductor, pasa por el dueño de la unidad y llega hasta las autoridades, que se hacen las locas y no facilitan la habilitación de más unidades, que es la única respuesta lógica.

-          En este maldito país los corruptos se roban plata a manos llenas, y uno tiene que sufrir las consecuencias. Malditos sean – pensó mientras caminaba rumbo a su hogar.

Al llegar, cansado y acalorado, nadie lo recibió, nadie bajo. Eso lo termino de molestar. Se sentó en la cocina y se puso a escuchar la radio, que estaba encendida en una emisora que transmitía gaitas.

Al rato bajo su esposa, sus hijos y se apareció su cuñada Daniela. Unos quince minutos luego, Yacque y su hermana se despidieron, pues ambas iban al velorio. Seguían molestos ambos.

Ángel se preparó un té de guaraná y le comentó a los niños que esperaran a que preparara la cena, cosa que hizo al rato. Unos sándwich y galletas, con agua.

La rabia no lo dejaba razonar. Por que de tantas “pruebas” era su constante queja, hasta cuando “pruebas”. Esto solo se soluciona con dinero. Si lo tuviera, serían felices. Podrían subsanar sus gastos y darse algunos pequeños gustos: podrían atender los compromisos navideños, y no estarían sufriendo, sobre todo él.

-          Estoy harto de esta mierda. Te llevaste a uno de mis hijos, que más quieres. Si tuviera dinero, puede que Benjamin estuviese vivo. Ahora es solo un triste recuerdo… Maldito Chávez.

Preguntó para si mismo pensando en Dios, con una rabia que lindaba en ira, que ni la música lograba calmar. Luego de un largo rato, decidió escribir para liberarse de esta.  Funcionó.

9 de Agosto de 2009 (domingo).



Cada día hay algo que hacer, y habiendo asumido el noble compromiso que implica la Lucha Política, uno siempre consigue con que “trabajar”.


La Lucha Política ha sido la obsesión de Ángel desde el 2002. Ambos están en eso juntos, el más inmerso, ella siempre a su lado. Ello ha implicado que cuando aumentan su participación, sus hijos sufren y su hogar también. Para ese momento, los niños estaban tomando unas merecidas vacaciones con sus abuelos paternos, que los llevaron a pasear por algunas partes de Venezuela.

Los niños debían llegar ese domingo y su hogar estaba hecho un desastre. Había que arreglar y limpiar. Es una casa grande. Era la casa de los abuelos de Ángel, que vino a ser comprada por el Padre de este, antes que su Abuela decidiese llamar a su Abuelo a la eternidad.



Se levanta temprano y sale al patio. Toma una escoba, una bolsa y el recogedor de basura. Saca la manguera, como casi todos los domingos y la conecta. Pone a regar las matas, y de cuando en vez se ayuda en la limpieza del patio con el agua de esta.

Yacque se levanta y dice que va a mover la sala.

-          Para que mi vida, si así esta bien – le dice Ángel.
-          Yo la quiero cambiar.
-          Nojoda, Yacque, con tantas vainas que hacer y tan poco tiempo y tú te vas a poner a mover la sala.
-          Lo hago yo sola entonces.
-          Hazlo sola entonces – le dice él molesto, ante el inconmensurable trabajo pendiente.

Yacque tenía varias semanas de embarazo, y ambos lo sabían, pero como ella es una mujer tan dura, Ángel se ha vuelto algo descuidado y no se percató del importante detalle.

Como cualquier papá que no tiene a sus hijos cerca, procuraban mantenerse en contacto con ellos, y con los padres de Ángel. Ellos se llevaron a los dos hijos y ya andaban con dos de los hijos de uno de sus hermanos paseando por Venezuela y trabajando. Les habían hecho la promesa de llevarlos a la playa, pero entre esto y aquello, se había vuelto difícil cumplir con la misma.

Ese fin de semana de procesiones, misas y limpieza concordó con el viaje a la playa, el cual fue atrasado hasta última hora. Bueno, los niños ya no llegarían el domingo, a lo mejor el lunes, pero igual a la casa había que dedicarle el día.

Quince días sin pasarle la escoba o hacerle un cariño. La dinámica, la dinámica de las vidas de uno, en las que uno cree que uno lleva las riendas y las riendas lo llevan a uno”, pensó Ángel.

En medio de las labores, barriendo, lavando, regando, moviendo, la otra dinámica, la política seguía en desarrollo. La amenaza de la asamblea de aprobar la nueva ley orgánica de educación, propuesta para el martes 11 de  agosto, había propiciado la movilización de la sociedad, que había convocado a un evento en la ciudad capital para ese día.

El régimen y sus lacayos, usando los recursos de todos y amenazando a todos, como ya se ha vuelto costumbre, tratando de imponer virtudes y criterios a garrotazos, ya no contra un hacendado, o contra un empresario, sino amenazando con tocar a la puerta de cada casa… No queremos hacerles daño a tus niños, solo queremos que piensen como nosotros impongamos y digan lo que nosotros aprobemos, más nada.



Y sin darse cuenta, entre coletos y cuentos de camino, cuando Ángel se acerco a la sala de la casa, se consiguió que lo único que faltaba por mover era la mesa. Todo lo demás ya lo habían movido Yacque, con Benjamín en su vientre.



La noche llegó, y ambos cansados, continuaron arreglando, doblando ropa, recogiendo cosas, para darle un aspecto agradable a la olvidada casa, que tanto les había dado y a la que tan poco le habían retornado.

Ya tarde en la noche, decidieron dar por concluido el atareado día, del atareado y movido fin de semana, que no era solo fin, sino comienzo también. El lunes vendría con nuevas noticias, nuevos asuntos, nuevos compromisos y nuevos retos, pero para ambos fue solo un día normal.

Anoche soñé.



Ángel se despierta, y confundido por el reciente sueño, decide anotarlo. Toma la computadora portátil que le prestaron para dar talleres de Noviolencia y se dedica a escribir lo soñado.

Siendo las 17:17 de un martes 11 de agosto de 2009 me senté a anotar lo que soñé en la madrugada de ese mismo día. Ese día me acosté después de las 2:00. Papá y Mamá estaban en la casa. Los niños acababan de llegar de vacaciones, luego de casi un mes de viaje por Venezuela.

“Estaba en una especie de hotel en el que había un parque de diversiones… Estaba con mi familia, los recuerdo a los tres (o eso creo). También creo que la parte inicial del sueño pudo tener que ver con una mezcla de tristeza y remordimiento por no haber estado en esos sitios con mis padres y mis hijos en esos momentos. La situación económica me tiene en un claustro. Los espacios son una mezcla de las fotos de Aruba con las fotos del parque de diversiones donde celebraron el 5to añito de Vero allá en Barquisimeto. Ni Yaqué ni Yo estuvimos…

En una de las etapas intermedias del sueño, estábamos a las afueras del “hotel”, en una especie de bajada. Se que estaba con mi familia… Y en una esquina, como una curva del acceso, en un espacio abierto y muy claro estaban mis Abuelos Jesús e Iría… Se que mi Abuelo me sonreía (con tristeza en sus ojos)…

Luego de eso, el sueño “brincó” de ese espacio abierto, claro y lleno de alegría a una carretera en la que al final del camino se veía un pueblo, no muy grande. La carretera estaba a un nivel superior con respecto al pueblo, que era atravesado de extremo a extremo por la vía que estábamos transitando. Iba con mi Familia. Iban a mi lado, yo manejaba.

EL tiempo se nubló, y la oscuridad producto de un conjunto central de nubes, invadió el camino… Al fondo se podía ver la confluencia de las nubes oscuras que se arremolinaban formando un embudo que finalizaba con fuerza en la carretera que estábamos transitando… Era como una tromba negra que penetraba, que se posaba con fuerza sobre el pequeño pueblo, en medio del pequeño pueblo, en medio de la carretera que estábamos transitando, en medio de nuestro camino… La angustia, no el miedo, me empezaron a invadir”… Y ahí me desperté.

Rara vez recuerdo los sueños. De este recuerdo la claridad de los espacios iniciales, la sonrisa de mis hijos, y la sonrisa de mi abuelo… Y la oscuridad invadiendo nuestro camino como una tormenta, como un tornado”.