lunes, 7 de enero de 2013

Antes de despedirnos, hijo.



El domingo en la mañana, Ángel al levantarse fue hasta el cuarto y volvió a sentarse frente a la tumba de su hijo. El día fue muy triste para él. Su hermana acordó llevar a los niños de paseo. El, sabiendo que en domingo sería un poco compleja la visita, espero hasta la hora para esta. Se mantuvo en contacto con Yacque por teléfono.

A eso de las tres, Ángel y Alejandra partieron rumbo al hospital. Daniela se quedó con los niños. Llegaron, estacionaron, ingresaron al hospital, ubicaron el cuarto y entraron. Ella estaba acostada, en una cama, más cómoda que en la amplia sala y acompañada por otra dama, que sufría de la misma situación, la perdida de un hijo no nato.

La señora Isabel llegó pasados algunos minutos, con la comida de ambos. Hablaron, bromearon en medio de todo, comieron, tomaron refrescos, y a la hora de salida, se despidieron. De nuevo, disimular el dolor de la partida, con un dulce beso y un abrazo.

El resto de la tarde, el la pasó solo en la casa. Su hermana salió con los niños a pasear. El se sentó a leer, a ver televisión, a escribir, y con mucha frecuencia, visitaba el cuarto, donde Benjamín reposaba. Colocó velas frente a su tumba, rezo, lloró.



La noche del domingo, Yacquelina muy alterara llamó a su marido, protestando por que a esa hora (cerca de las diez de la noche), la estaban transfiriendo de nuevo a maternidad. El solo atinó a decirle, que no se mortificará, que si todo iba como estaba, ella estaría de regreso a su casa mañana.

-          Pero esto es absurdo. Me están transfiriendo a esta hora.
-          Cielo, los hospitales trabajan 24 horas.

Durante un rato largo, el intentó tranquilizarla, hasta que ella por fin, se calmó un poco. Luego de eso, hablaron varias veces por teléfono, antes de quedarse dormidos.



El cuerpo de Benjamín reposaba en la casa. De su permanencia estaban enterados Ángel, evidentemente, Daniela y Alejandra. Al amanecer del lunes, su hermana, que tenía planificado retorno ese día, decidió aplazarlo por veinticuatro horas.

-          Si quieres yo lo llevo (a Anatomía Patológica).
-          Gracias Beba, esa es mi responsabilidad. Ese es mi bebé.

Una exhalación fue la primera respuesta de su hermana.

-          Igual, yo te acompaño.
-          Bueno, mala no es la compañía.
Él pensó que al llegar alguien le preguntaría que qué llevaba en la bolsa. Nadie preguntó, a nadie le interesó.

Los tres ingresaron al hospital y se enrumbaron al área de Anatomía Patológica, ubicada al final de un largo pasillo.

A la oficina de recepción de muestras se podía acceder a través de unas viejas escaleras de metal con peldaños de madera. El acceso a las escaleras era contiguo a la puerta de la morgue, que evidentemente estaba cerrada.

Los tres subieron, e ingresaron.

El le informó a una de las oficinista presentes que hacia en ese sitio, y esta con rutinaria frialdad, tomó un papel, anotó los datos, retiró y marcó ambos envases y los colocó sobre un escritorio.

La pregunta inevitable.

-          Señora, que va a pasar con el cuerpito de mi hijo.

La inevitable evidencia de la misma, casi dejó muda a la oficinista, que respondió como tocada por el dolor ajeno.

-          Dame un minuto para llamarle a la patóloga, por favor.

Algunos segundos luego, una amable dama de unos cincuenta años se acercó al afligido padre.

-          Es usted el papá.
-          Sí doctora.
-          Mire señor, todas las muestras recibidas aquí son procesadas, y luego de ello, son desechadas, se les incinera. Si Usted lo desea, puede llevarse el feto, pero si decide dejarlo, debe entender que no podrá retirarlo de ninguna manera.
-          Mire doctora, nos gustaría saber por que se produjo el aborto y si el tenía alguna anormalidad.
-          Bien, pero recuerde que no podrá solicitar o reclamar su cuerpo. Todavía está a tiempo. Aquí hemos tenido casos, incluso de padres que traen abogados e interponen demandas, y nada de eso es procedente. Está a tiempo.
-          No se preocupe doctora – le dijo interviniendo Alejandra – aquí nadie va a reclamar.
-          Doctora, solo queremos saber ¿por qué?.
-          Bueno. Los resultados puede pasar a retirarlos en un mes.
-          Gracias.

Ambos salieron en silencio del lugubré recinto, camino al área de maternidad. Ahora, era esperar por el alta de la mamá. El metió el pedazo de papel con los datos de las muestras en el libro que cargaba encima.

Transcurrida escasamente una hora, los doctores autorizaron el alta de Yacque. El le comentó lo sucedido en Anatomía Patológica, y ella no dijo nada.

Tomaron todas las cosas, enviaron algunos mensajes y salieron del hospital. Alejandra buscó el carro y lo colocó frente a la puerta principal del edificio viejo. El la ayudó a bajar las escaleras y a ingresar en el carro. Tomaron rumbo a la casa.

Los niños recibieron a su mamá con cariño, con efusividad. Compartieron un rato y ella, como era de esperarse fue a acostarse.

Ángel, tocado por su ángel llamado Benjamín, fue a sentarse en silencio, ausente del mundo, frente a la vieja cava que tuvo y contuvo el cuerpo de su hijo ese triste fin de semana.

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