Cada
día hay algo que hacer, y habiendo asumido el noble compromiso que implica la Lucha Política , uno siempre consigue
con que “trabajar”.
Los niños debían llegar ese domingo y su hogar estaba
hecho un desastre. Había que arreglar y limpiar. Es una casa grande. Era la
casa de los abuelos de Ángel, que vino a ser comprada por el Padre de este, antes
que su Abuela decidiese llamar a su Abuelo a la eternidad.
Se levanta temprano y sale al patio. Toma una escoba,
una bolsa y el recogedor de basura. Saca la manguera, como casi todos los
domingos y la conecta. Pone a regar las matas, y de cuando en vez se ayuda en
la limpieza del patio con el agua de esta.
Yacque se levanta y dice que va a mover la sala.
-
Para que mi vida, si así esta bien – le dice Ángel.
-
Yo la quiero cambiar.
-
Nojoda, Yacque, con tantas vainas que hacer y tan poco tiempo y tú te
vas a poner a mover la sala.
-
Lo hago yo sola entonces.
-
Hazlo sola entonces – le dice él molesto, ante el inconmensurable
trabajo pendiente.
Yacque tenía varias semanas de embarazo, y ambos lo
sabían, pero como ella es una mujer tan dura, Ángel se ha vuelto algo
descuidado y no se percató del importante detalle.
Como cualquier papá que no tiene a sus hijos cerca, procuraban
mantenerse en contacto con ellos, y con los padres de Ángel. Ellos se llevaron
a los dos hijos y ya andaban con dos de los hijos de uno de sus hermanos
paseando por Venezuela y trabajando. Les habían hecho la promesa de llevarlos a
la playa, pero entre esto y aquello, se había vuelto difícil cumplir con la misma.
Ese fin de semana de procesiones, misas y limpieza
concordó con el viaje a la playa, el cual fue atrasado hasta última hora. Bueno,
los niños ya no llegarían el domingo, a lo mejor el lunes, pero igual a la casa
había que dedicarle el día.
“Quince días sin
pasarle la escoba o hacerle un cariño. La dinámica, la dinámica de las vidas de
uno, en las que uno cree que uno lleva las riendas y las riendas lo llevan a
uno”, pensó Ángel.
En medio de las labores, barriendo, lavando, regando,
moviendo, la otra dinámica, la política seguía en desarrollo. La amenaza de la
asamblea de aprobar la nueva ley orgánica de educación, propuesta para el
martes 11 de agosto, había propiciado la
movilización de la sociedad, que había convocado a un evento en la ciudad
capital para ese día.
El régimen y sus lacayos, usando los recursos de todos
y amenazando a todos, como ya se ha vuelto costumbre, tratando de imponer
virtudes y criterios a garrotazos, ya no contra un hacendado, o contra un
empresario, sino amenazando con tocar a la puerta de cada casa… No queremos hacerles
daño a tus niños, solo queremos que piensen como nosotros impongamos y digan lo
que nosotros aprobemos, más nada.
Y sin darse cuenta, entre coletos y cuentos de camino,
cuando Ángel se acerco a la sala de la casa, se consiguió que lo único que
faltaba por mover era la mesa. Todo lo demás ya lo habían movido Yacque, con Benjamín
en su vientre.
La noche llegó, y ambos cansados, continuaron
arreglando, doblando ropa, recogiendo cosas, para darle un aspecto agradable a
la olvidada casa, que tanto les había dado y a la que tan poco le habían
retornado.
Ya tarde en la noche, decidieron dar por concluido el
atareado día, del atareado y movido fin de semana, que no era solo fin, sino comienzo
también. El lunes vendría con nuevas noticias, nuevos asuntos, nuevos
compromisos y nuevos retos, pero para ambos fue solo un día normal.
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