Ángel se despierta, y confundido por el reciente
sueño, decide anotarlo. Toma la computadora portátil que le prestaron para dar
talleres de Noviolencia y se dedica a escribir lo soñado.
Siendo
las 17:17 de un martes 11 de agosto de 2009 me senté a anotar lo que soñé en la
madrugada de ese mismo día. Ese día me acosté después de las 2:00. Papá y Mamá
estaban en la casa. Los niños acababan de llegar de vacaciones, luego de casi
un mes de viaje por Venezuela.
“Estaba
en una especie de hotel en el que había un parque de diversiones… Estaba con mi
familia, los recuerdo a los tres (o eso creo). También creo que la parte
inicial del sueño pudo tener que ver con una mezcla de tristeza y remordimiento
por no haber estado en esos sitios con mis padres y mis hijos en esos momentos.
La situación económica me tiene en un claustro. Los espacios son una mezcla de
las fotos de Aruba con las fotos del parque de diversiones donde celebraron el
5to añito de Vero allá en Barquisimeto. Ni Yaqué ni Yo estuvimos…
En
una de las etapas intermedias del sueño, estábamos a las afueras del “hotel”,
en una especie de bajada. Se que estaba con mi familia… Y en una esquina, como
una curva del acceso, en un espacio abierto y muy claro estaban mis Abuelos
Jesús e Iría… Se que mi Abuelo me sonreía (con tristeza en sus ojos)…
Luego
de eso, el sueño “brincó” de ese espacio abierto, claro y lleno de alegría a
una carretera en la que al final del camino se veía un pueblo, no muy grande.
La carretera estaba a un nivel superior con respecto al pueblo, que era
atravesado de extremo a extremo por la vía que estábamos transitando. Iba con
mi Familia. Iban a mi lado, yo manejaba.
EL
tiempo se nubló, y la oscuridad producto de un conjunto central de nubes,
invadió el camino… Al fondo se podía ver la confluencia de las nubes oscuras
que se arremolinaban formando un embudo que finalizaba con fuerza en la
carretera que estábamos transitando… Era como una tromba negra que penetraba,
que se posaba con fuerza sobre el pequeño pueblo, en medio del pequeño pueblo,
en medio de la carretera que estábamos transitando, en medio de nuestro camino…
La angustia, no el miedo, me empezaron a invadir”… Y ahí me desperté.
Rara
vez recuerdo los sueños. De este recuerdo la claridad de los espacios
iniciales, la sonrisa de mis hijos, y la sonrisa de mi abuelo… Y la oscuridad
invadiendo nuestro camino como una tormenta, como un tornado”.
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